De A la fiera amada y otros poemas (1985).
NUNCA HUBO UN AMOR
Nunca hubo un amor más vigilado,
ni tan libre en los brazos consentidos;
cada acento tenía el alarido
de un preso sin cadena, encadenado.
Y así muriendo vivo, amortajado
en tus brazos de viento, pero nidos
donde me dejas como dios partido,
cada vez que te alejas de mi lado.
Y así grito y le grito a cada sombra
que intenta con su lengua acuchillarme,
ahondando en el silencio que te nombra.
Escondido y seguro al encontrarme,
no habrá más luz a la hora de la compra,
que tus brazos, cansados de estrecharme.
De Poema coral del Atlántico (1974).
EL AMANECER
Gloria en las aguas, gloria,
espigas de amanecer,
sobre fontanas de oro
el sol empieza a crecer.
Llega la luz, es el día,
toda la mar está en pie,
en la fragua del Atlántico
la vida empieza a nacer.
Ángel de la mar, el hombre,
rey de los Tiempos, el niño,
sobre potros de oleajes
titán frente a su Destino.
Cantatas verdes y azules,
fulgores de rosa herida,
todo el mar es una estrella
cantando su amanecida.
Gloria en las aguas, gloria,
espigas de amanecer,
sobre el Atlántico herido
el sol empieza a nacer.
De Claridad doliente (1964).
Solo con mi soledad camino
y barajas de verdad,
tristeza de mi destino.
Sala inmensa, despiadada,
el tablado de mi vida.
Soy mendigo, casi eterno,
porque no pueden saciarme
aquellos a quienes pido.
Soledad, vente conmigo.
Soledad, yo voy contigo.
Tú eres nada y lo eres todo
a través de mi camino.