NUNCA HUBO UN AMOR
Nunca hubo un amor más vigilado,
ni tan libre en los brazos consentidos;
cada acento tenía el alarido
de un preso sin cadena, encadenado.

Y así muriendo vivo, amortajado
en tus brazos de viento, pero nidos
donde me dejas como dios partido,
cada vez que te alejas de mi lado.

Y así grito y le grito a cada sombra
que intenta con su lengua acuchillarme,
ahondando en el silencio que te nombra.

Escondido y seguro al encontrarme,
no habrá más luz a la hora de la compra,
que tus brazos, cansados de estrecharme.